A lo largo de los años, hemos sido testigos de una fascinante evolución en la forma de consumir moda. Desde la era de la aspiración en 2010-2015, pasando por la era de la inspiración de 2015-2020, hasta llegar a la era de la información a partir de 2020, el ciclo del hype ha experimentado cambios significativos. El “hype” se refiere a la expectativa generada alrededor de personas o productos, construida sobre la sobrevaloración de sus cualidades, es decir, es el “bombo publicitario”.
En la era de la inspiración, el hype giraba en torno a marcas, logotipos, streetwear y el estilo de celebridades. Sin embargo, en la era de la información, el enfoque ha cambiado hacia las referencias de nicho y la sobrecarga de tendencias.
Desde el inicio de la pandemia, hemos sido testigos del surgimiento de diversas tendencias temáticas, también conocidas como “cores”. Cottagecore, barbiecore, blokecore, blokettecore, grandpacore, gorpcore, balletcore, normcore y muchas más, cada una con su propia estética visual única. El término “core” en inglés significa el centro o meollo de algo, y en moda, una tendencia “core” es aquella que se origina y envuelve un concepto o ambiente específico, en consonancia con las tendencias sociales del momento. Estas tendencias son de nicho y, a menudo, nacen y se propagan en las redes sociales, principalmente en TikTok.
La Generación Z ha adoptado el término “core” porque va más allá de simplemente vestir ciertas prendas; es la actitud que llevan consigo al usarlas. A través de las redes sociales, esta generación ha introducido una ola de nuevas estéticas de nicho en el mercado, demostrando cuán influyentes pueden ser las generaciones más jóvenes.
Estas tendencias “cores” se mueven a una velocidad vertiginosa y superan el ciclo tradicional de pasarelas y colecciones. Las redes sociales desempeñan un papel fundamental en este aspecto, ya que permiten a los jóvenes conectarse con comunidades que comparten sus mismos gustos y aceleran la difusión de estas tendencias.
TikTok ha desempeñado un papel especialmente importante en esta transformación, ya que su algoritmo segmenta a los usuarios según sus intereses, lo que ha llevado al resurgimiento de subculturas y microtendencias. Los “cores” se han convertido en una forma de expresar la identidad y personalidad de los jóvenes, quienes aún están en busca de su propio estilo y se encuentran explorando diversas tendencias.
Segun un reporte de tendencias creado por WGSN, esta revolución en la moda ha dado lugar a una definición fragmentada del hype para los jóvenes de la Generación Z, materializado en dos formas: el capital cultural y el capital social.
El capital cultural se refiere a los productos tangibles que ayudan a los jóvenes a expresar su afinidad con una subcultura o estilo, otorgándoles un factor cool en el mundo digital. Por otro lado, el capital social se centra en bienes intangibles, como experiencias o servicios, que pueden impulsar el ascenso social de los jóvenes.
El estado actual de la moda refleja un duelo entre los “cores”, creados en torno a las redes sociales, y los artículos fundamentales para las marcas. La actitud divergente de la Generación Z ante las tendencias, con el auge de tensiones entre ellas, ha contribuido a la emergencia de una moda más diversa y dinámica.
En conclusión, la Generación Z ha redefinido la forma de consumir moda, impulsando una ola de nuevas tendencias “cores” a través de las redes sociales. Esta generación utiliza estas tendencias para expresar su identidad y aspiraciones, mientras que las marcas se adaptan (o deben adaptarse) a este cambiante paisaje de la moda para mantenerse relevantes y atraer a los jóvenes consumidores.